Nuestra sección está dedicada en esta ocasión a María del Ser Guillén, destacada profesional en el ámbito de la educación musical y la interpretación de instrumentos históricos. Su trayectoria refleja una combinación única de experiencia en pedagogía musical y especialización en música antigua.
Con una sólida formación académica, es doctora en Educación Musical por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y posee titulaciones superiores en Flauta de Pico y en Instrumentos de la Música Antigua por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.
María del Ser ha desarrollado una labor significativa en la enseñanza y difusión de la música. Ha impartido clases en diversas instituciones educativas, compartiendo su conocimiento tanto en la interpretación de instrumentos históricos como en metodologías innovadoras para la educación musical.
Además de su labor docente, María del Ser ha participado en proyectos de investigación y divulgación musical, colaborando con instituciones culturales y académicas. Su trabajo en la música antigua la ha llevado a explorar repertorios históricos y a promover la interpretación con criterios historicistas, contribuyendo a la preservación y revitalización del patrimonio musical.
A lo largo de su carrera profesional, ha realizado numerosas audiciones y conciertos organizados por el Conservatorio de Valladolid. También ha formado parte del cuarteto de flautas de pico Saltarello, formación con la que ha participado en numerosos conciertos didácticos.
Actualmente, dirige y presenta el programa musical “Grandes Ciclos”, en Radio Clásica (RTVE), aunque esta no es su primera incursión en radio. También estuvo al frente de “El jardín de Voltaire” y de transmisiones de conciertos para “Fila cero” y “Los Conciertos de Radio Clásica”.
NUESTRA ENTREVISTA CON MARÍA DEL SER
A continuación puedes leer todo lo que nos contó María del Ser sobre su carrera musical, su formación y sus principales trabajos.
1) Tu carrera abarca desde la investigación académica hasta la divulgación en medios de comunicación. Si tuvieras que definir un momento clave que marcó tu camino en la música clásica, ¿cuál sería y por qué?
En realidad, no ha habido un momento concreto, sino que se ha tratado de un conjunto de ellos que fueron conformando un camino, definido poco a poco a medida que iba caminando, haciendo. El hecho de estudiar tanto en la universidad (una ingeniería técnica), como desarrollar una parte más artística, digamos, en el ámbito instrumental (flauta de pico y traverso barroco en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid), me permitía una amplitud de miras, siempre dentro de un marco que me permitía potenciar un lado más metódico y otro más especulativo.
Podría aludir al enriquecimiento que supuso. Ese caminar y ese gusto por aprender y conocer, me llevó a la realización de mi tesis doctoral en el ámbito del estudio de los tratados y su enfoque pedagógico, con un trabajo previo centrado en la ornamentación del siglo XVII y que no dejaba de ser una unión, si se me permite expresar así, de esos dos caminos que había emprendido en su momento. Fue ahí, durante ese proceso de realización de la tesis y, sobre todo, tras la defensa en 2015, cuando supe que el camino que quería seguir en mi trayectoria profesional era este: comunicar la música desde un punto de vista que permitiera llegar a la mayor cantidad de personas posible y abordada desde cualquier contexto, no solamente el musical.
2) Marzo es el mes de la mujer. Como una de las voces femeninas destacadas en Radio Clásica, ¿cómo has percibido la evolución y el papel de las mujeres en la música clásica y en los medios de comunicación a lo largo de tu trayectoria?
Sin duda, es una cuestión de total actualidad ese debate que se genera en torno a la presencia de las mujeres en terrenos que anteriormente estaban y, en cierto sentido, todavía están mayoritariamente ocupados por hombres. La labor que se está haciendo desde las instituciones, asociaciones, fundaciones, congresos, encuentros y todo tipo de foros, los conciertos centrados en catálogos de compositoras o programas temáticos e, incluso, desde iniciativas más personales son, desde luego y sin duda, una ayuda para recuperar y dar a conocer un contenido de nuestra historia y, sobre todo, nuestro pasado por planteamientos culturales y sociales más ocultos.
Pero igualmente pienso, con la mayor humildad y reconocimiento a esta labor y a quienes están implicados y comprometidos con ella, que no debemos perder de vista que siempre es la calidad y el valor del trabajo lo que debe primar, para hombres y para mujeres como colectivo y no como individualidades particulares que pueden provocar, sin quererlo, el efecto contrario. Que una mujer asuma un puesto o una responsabilidad por el hecho de ser mujer y no por su trayectoria, su formación y cualificación, puede acabar convirtiéndose en una realidad si no se tiene cuidado en el tratamiento. Consideraría exactamente lo mismo en el caso contrario, en el caso de los hombres.
En Radio Clásica estamos muy orgullosos del trabajo que como equipo estamos realizando y del servicio que estamos ofreciendo, ya que siempre pensamos en la calidad del contenido, independientemente de quien la comunique. Por supuesto, siempre con voluntad de escucha, de ajuste y siempre de mejora para tratar de llegar a la mayor cantidad y diversidad de públicos posible.
3) Tu formación es impresionante, con un doctorado en Educación Musical y títulos superiores en Flauta de Pico e Instrumentos de la Música Antigua. ¿Cómo ha influido esta sólida base académica en tu labor como comunicadora y divulgadora musical?
Sin duda alguna, en una visión totalmente amplia del contexto, en el hecho de disponer de herramientas dispares para conocer, para aprender. Me refiero con esto a poder mirar el objeto, la cuestión, desde diversos puntos de vista que no dejan de tener relaciones entre ellos y que apelan, desde luego, a otras disciplinas, no solamente artísticas. A entender, en otras palabras. Y desde ese entender, a valorar y, sobre todo, a respetar.
El abordar la explicación o el acercamiento a una obra o a un compositor con la parte musicológica que, desde luego, exige hace que al mismo tiempo no sea la única cuestión a tener en cuenta y que, por lo tanto, se pueda hablar de un ir más allá tan satisfactorio. Una satisfacción que es doble, ya que la sientes como comunicadora y divulgadora y también como persona, pero, y esto ante todo, como la más importante en el ámbito profesional, que es el hacer que suponga toda una invitación a los oyentes, a los públicos, puesto que son quienes realmente importan en nuestro trabajo.
Ese ponerse detrás del contenido para ofrecerlo, para darlo y anteponer esa información al interés de la persona que lo facilita. Solo así será un trabajo hecho con auténtica honestidad.
4) Has dirigido y presentado programas emblemáticos como «Grandes ciclos» y «El jardín de Voltaire». ¿Podrías compartir alguna anécdota o experiencia memorable de tu tiempo al frente de estos espacios?
Además del absoluto privilegio y el honor que para mí supone dirigir y presentar, durante ya siete años, uno de los programas más longevos de la emisora, implica también una responsabilidad que procuro mantener cada día con el compromiso y la ilusión del primer día, cuando Carlos Sandúa y Sergio Pagán me lo ofrecieron.
Sentir que has de estar a la altura en cada momento, porque, insisto en esto, aunque para quienes amamos nuestro trabajo, es un privilegio poder dedicarnos a ello, no deja de hacer que uno se autoexija dar lo mejor de sí mismo pensando siempre en el servicio que estás ofreciendo. Ese dejarte de lado tú para dar importancia a lo que realmente la tiene, que es el contenido que se prepara, es un juego intelectual y también sentimental, ¿por qué no?, muy profundo. Emocionarse con las vidas de los compositores, con la gestación de las obras, con la intrahistoria que hay detrás de algunas de ellas, los testimonios… Se convierte en algo muy hermoso.
Y que, en su momento, me remito a 2017, ellos aceptaran programar aquella propuesta personal que fue “El jardín de Voltaire” nos ha dado también muchas alegrías. Así que, más que cifrarlo en alguna anécdota, lo centro en esa consecuencia que conlleva toda anécdota, en ese crecimiento espiritual que supone, tanto para mí como para quienes lo escuchan, tal como en varias ocasiones nos comparten. Poder también tener la oportunidad de salir del estudio con los programas, como por ejemplo a la Feria del Libro, permite conocer a personas sumamente interesantes, con perfiles que encajan a la perfección con el planteamiento y el enfoque de los programas y, por tanto, enriquecerse fuera del ámbito meramente musical.
Por supuesto, es más que gratificante recibir correos, mensajes e, incluso, cartas postales a través de las cuales los oyentes comparten el impacto que tiene en sus vidas o ese acompañamiento que sienten cuando escuchan. Para mí no hay mayor alegría y satisfacción que esa: saber que cumples una función y que ofreces un servicio que va más allá de lo tangible.
5) ”La ciudad silenciosa» es uno de tus proyectos actuales en Radio Clásica, centrado en la voz. ¿Qué te motivó a crear este programa y qué objetivos persigues con él?
En marzo del año pasado, Jon Bandrés quiso incluir en la programación un espacio centrado en la mélodie, el lied, la chanson… Me ofreció la posibilidad de hacerlo y lo acepté, primero con ciertas dudas por el enfoque que se le podría dar. En otras palabras, cómo querrían recibirlo los oyentes. Es un acto de generosidad que creo necesario y en el que procuro mejorar cada día.
El hecho de que me permitiera abrir el campo a otros géneros, siempre con la voz como centro de atención, el camino que fue tomando el programa… cuando te vas dejando también llevar por él, incluso “escuchar al programa” (hago hincapié en ese “al programa” que no escuchar “el programa”, que es otra cosa totalmente distinta) …
Un compendio de situaciones que condujo igualmente a páginas instrumentales que íntimamente se relacionan con “lo dicho”. Algo que, en un cierto sentido, el propio programa “pide”. Esto no deja de ser otro importante alegato en favor del poder de la palabra, la pronunciada y la evocada, que además nos ha permitido adentrarnos en el ámbito más académico a través de la invitación al programa de voces autorizadas que han enriquecido totalmente el discurso, el mensaje.
6) Además de tu labor en radio, has tenido una destacada carrera académica y has sido miembro de comités culturales de instituciones prestigiosas. ¿Cómo equilibras estas facetas de tu vida profesional y de qué manera se complementan entre sí?
Considero que forma parte del todo que supone nuestro trabajo, o nuestro ámbito de actuación, en el que también se pueden encontrar los gestores culturales, los directores técnicos de las orquestas, los directores de festivales, de ciclos… Es un absoluto crecimiento personal que debe encontrar su reflejo en el aporte que puedes realizar como profesional y que acaba convirtiéndose casi en una obligación. Obligación en el sentido de compromiso.
Forma parte incluso de nuestro deber prestar ese servicio de construir conocimiento, sensibilidad y aprecio, a ser posible desde la postura más neutral posible, valorando únicamente esa calidad del trabajo a la que aludía anteriormente y no centradas en otras cuestiones que puedan responder a cualquier tipo de interés más particular, independientemente de los motivos.
Ha sido un honor para mí y, desde luego, siento un profundo agradecimiento por que instituciones como la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, con especial mención a la labor realizada por los rectores don César Nombela Cano y, posteriormente, don Emilio Lora-Tamayo o Acción Cultural Española (con mención especial a Pablo Álvarez de Eulate), hayan confiado en mí como parte de esa labor tan necesaria en nuestro país y hayan sabido ver a través de mi trabajo en qué medida podía aportar a sus cometidos y el servicio que ofrecían a nuestra sociedad.
7) La representación femenina en la música clásica ha sido un tema de creciente atención. Desde tu perspectiva, ¿qué avances has observado y qué desafíos persisten para las mujeres en este ámbito?
Es evidente la existencia de cada vez mayor número de iniciativas y apoyos, también institucionales, tanto a nivel local como a nivel estatal, para tratar de equilibrar la presencia de las mujeres en todos los ámbitos. El desafío y el reto es conseguir que haya un día en que no se tenga que hablar de ello, que no sea noticia ni por defecto ni tampoco por exceso, que se valore única y exclusivamente el resultado, el impacto y la calidad del trabajo.
Y aquí, es más que necesario revisar siempre el contenido, el mensaje y la forma de hacerlo llegar, que no sufra desviaciones que generen confusión e, incluso, induzcan a errores porque se podría provocar el efecto contrario y caer en contradicciones e incoherencias. El desafío termina siendo el hecho de cuidar el discurso porque solo así se cuidará, en este caso, a las mujeres.
8) Como especialista en música antigua y flauta de pico, ¿qué repertorios o compositores consideras esenciales para comprender y apreciar plenamente este género?
Aludir al pasado y ese tenerlo siempre delante, como mucho encima, pero jamás detrás, es crucial para entender muchos de nuestros comportamientos y actitudes. Con la música, en realidad, sucede exactamente lo mismo. Muchas bases se sentaron entonces y a partir de ahí comenzó, en cada época y con sus concretas características, esa experimentación que fue derivando en las diferentes manifestaciones artísticas posteriores.
Nuestro Siglo de Oro, con su poesía, su forma de “ponerlo en música”, por todo lo que incluso transmite e informa sobre las costumbres, es de una riqueza extraordinaria. Contamos, además, con la Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua (GEMA), que no deja de ser un claro ejemplo de la salud de la que gozan estos repertorios en manos de músicos españoles…
Es ineludible mencionar a Claudio Monteverdi o a Johann Sebastian Bach, naturalmente, pero también ahondar en otros nombres, como Giuseppe Peranda, Heinrich Schütz, Johann Hermann Schein, Samuel Scheidt, Dietrich Buxtehude, Francesco Cavalli, Adriano Banchieri, Giovanni Bononcini, Dario Castello, Tarquinio Merula o John Dowland, por mencionar solamente algunos…
O, desde luego, todo el barroco francés y la presencia de compositores vinculados a la corte de Luis XIV, como los Couperin, Antoine Forqueray, Marin Marais, Jean Baptiste Lully, Jacques Martin Hotteterre o, posteriormente, Jean Philippe Rameau, que contribuían a asumir la música como instrumento, junto a otras artes, del poder y el esplendor real. Esto hace que nos situemos ante figuras clave, con música de gran belleza, además, para entender no solo la parte artística, sino todo un concepto político y social que va más allá del puro placer de la escucha.
9) La educación musical es una de tus pasiones, reflejada en tu doctorado y en tu labor docente. ¿Qué consejos ofrecerías a las nuevas generaciones de músicos y comunicadores que buscan abrirse camino en el mundo de la música clásica?
Que aprendan a escuchar y que estén siempre alerta, con una actitud activa, pero con la serenidad necesaria que les haga apartar la prisa, la urgencia, la falta de reflexión e introspección.
Que la inmediatez que invade ya prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida y la relativa facilidad para conseguir lo absolutamente prescindible, no contribuyan a aumentar todo ese ruido que siempre se genera alrededor de los verdaderos objetivos.
10) Para concluir, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a nuestra audiencia sobre la importancia de la música clásica en la sociedad actual y el papel que todos podemos desempeñar en su promoción y preservación?
Además de todos los estudios en el ámbito científico sobre las bondades de la música en el desarrollo cognitivo e intelectual de las personas —abordado desde la Medicina hasta la Psicología—, habría que hacer hincapié en los valores que se aprenden a través de ella, porque la música nos salva como individuos y como sociedad, como colectivo: la escucha en silencio (que debería ser extensiva a todos los escenarios vitales posibles), el respetar el trabajo del otro, el acercarse para apreciarla correctamente desde el conocimiento y la comprensión de un contexto y unas circunstancias, y el ser conscientes del esfuerzo que conlleva conseguir cualquier propósito, y digo conscientemente “propósito” para referirme a una cuestión de alto valor espiritual e intelectual.
El único camino para cuidarlo es la educación, y no solo en materia de conocimiento, de aprendizaje de unos contenidos, sino desde nuestro círculo más íntimo y cercano, educación en valores y en comportamientos. En otras palabras, saber; porque saber es distinguir, saber es elegir y debemos elegir bien. O, como escribe Ángel Gabilondo, aplicado a la lectura: “Elegir leer es elegir elegir”. Es extraordinario que un libro pueda llegar a ser la distancia más corta de uno consigo mismo. Exactamente igual sucede con la música.