La banda sonora indiscutible de la Navidad es el villancico. Estos cantos populares, que algunos aman y otros odian, amenizan el ambiente colorido de las fiestas y reuniones navideñas. Sin embargo, su temática original no era religiosa.
No existe un consenso absoluto sobre la etimología de la palabra villancico, pero parece que su origen está relacionado con el término latino villanus (villano, en castellano), con el que se hacía referencia a las personas humildes que habitaban las villas.
Los escritos apuntan a que, en España, estos cánticos se popularizaron durante la Baja Edad Media y el Renacimiento. Al principio, eran tan solo canciones populares que trataban todo tipo de temas y no siempre estaban acompañados por instrumentos.
Su popularidad hizo que algunos compositores del momento, como Juan del Encina, Mateo Flecha o Gaspar Fernandes, escribieran partituras con este tipo de creaciones. Así, los villancicos se convirtieron en uno de los tres principales géneros de la lírica española popular, junto con las cantigas y las jarchas mozárabes.
La filóloga Silvia Iriso explica en su obra El gran libro de los villancicos que, a partir del siglo XVI, la iglesia vio en el villancico una fórmula perfecta para difundir su mensaje. Las letras profanas se comenzaron a sustituir por letras inspiradas en el Nuevo Testamento y, poco a poco, entraron a formar parte de la liturgia y de las festividades religiosas, como la Navidad.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII, los villancicos alcanzaron una gran sofisticación musical incluyendo coros, solistas y representaciones escénicas. Con el tiempo, la Iglesia rechazó el carácter de los villancicos porque distraían a los fieles. Hacia finales del siglo XVIII, los villancicos fueron fundiéndose con géneros como la tonadilla.
No obstante, uno de los villancicos más conocidos, “Noche de Paz” (Stille nacht, heilige nacht), fue creado en 1818 por un sacerdote austríaco que buscaba una canción que se pudiera interpretar durante la misa del gallo sin el acompañamiento del órgano.
LOS INSTRUMENTOS DE LOS VILLANCICOS
Como cánticos populares que son, los villancicos se solían acompañar con percusión a base de instrumentos que muchas veces no eran tales sino objetos de uso cotidiano.
El acompañamiento musical de los villancicos está tradicionalmente basado en la zambomba, la pandereta, la carraca, el cascabel e, incluso, almirez y botella de anís. Menos ligados en origen a los villancicos, también son habituales otros instrumentos como la flauta, el triángulo, la guitarra y el violín.
Las versiones actuales de los villancicos tradicionales y las más recientes composiciones que tratan la Navidad (no se pueden considerar poética y musicalmente como villancicos), se pueden interpretar con instrumentos de lo más variado, incluyendo el piano.
El piano puede servir de acompañamiento en las celebraciones navideñas aunque seas principiante, puesto que los villancicos son melodías sencillas. Algunos temas que se pueden interpretar fácilmente al piano son los conocidísimos Jingle Bells (“Navidad, Navidad”), “Los peces en el río”, “Noche de paz” o “Campana sobre campana”.
También puedes animarte con composiciones más recientes, como la que dedicó el Hospital Universitario Reina Sofía a los profesionales sanitarios en 2020. Este emotivo villancico fue compuesto, interpretado y dirigido por el pianista cordobés Alberto de Paz.